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Tras muchas vidas perdidas, todos los judíos y judías que vivían dentro de lo que cabe bien, no sabían lo que les esperaba. Pensarían en una vida mejor, en un lugar lleno de privilegios, en un sitio en el que nadie les molestara, en un sitio en el que sus hijos pudieran crecer con salud y una educación digna. Ese lugar estaba muy lejos para ellos, desgraciadamente.
Ese sitio para ellos seria escapar de Alemania y irse muy lejos de allí pero era imposible escapar estaban completamente vigilados. En realidad todo era una gran mentira increíble pero ellos no serian capaces de adivinar la gran tragedia que pasarian.
Pero ahí estaban las madres, las más luchadoras, ellas lo daban todo, lo poco que tenían para que sus hijos pudieran vivir bien, sin ningún problema. Ellas hicieron un trato con los soldados: trabajarían el triple si ellos les daban un vaso de leche a sus hijos a la semana. Para ello falsificaron la edad de sus hijos para recibir ese vaso semanal. Aunque luego la mentira fue peor porque los menores de 14 años fueron enviados al campo de concentración y de seguido enviados a los hornos.
Parece increíble, pero es una historia tan real como la vida.
Andrea Rodríguez Campoamor
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